Reseña: La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel - Romain Puértolas

La petite fille qui avait avalé un nuage grand comme la tour Eiffel.
Romain Puértolas.

Grijalbo - 2015
249 páginas.
16,90 €.

Una cartera parisina necesita viajar a Marrakech para llevarse de allí a su hija adoptiva, muy enferma. Pero, cuando Providence Dupois está a punto de partir, un volcán islandés despierta y paraliza el tráfico aéreo europeo. Desesperada por reencontrarse con la niña, la joven madre entiende que tan solo le queda una opción: echar a volar.

Cuando vi por primera vez este libro en la sección de novedades me llamó muchísimo la atención, no sólo por su portada (que me parece preciosa), si no por su kilométrico título: La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel. Tiene algo como mágico entre esas palabras que te incita a no parar de repetirlo.

La suerte la tuve pocos días después, cuando me invitaron a la presentación con el autor y tuve la oportunidad de conocerle y poder leer esta historia llena de fantasía y magía.

Porque, al igual que transmite el propio Romain Puértolas, este libro desprende buen rollismo por todas partes. A pesar de los temas que toca, todo está tratado desde un punto de vista alegre y positivo, quitándole todo el drama que podría haber utilizado.

¿Para qué ahondar en todo lo malo que nos rodea cuando podemos mirar la vida con otros ojos?

Esto es el mensaje que nos quiere dejar el autor con esta disparatada historia de una cartera, Providence, dispuesta a todo para llegar a Marrakech para recoger a su hija adoptiva, Zahera, que sufre de una grave enfermedad respiratoria.

Pero todo se complica cuando un volcán de Islandia (¿os suena?) entra en erupción y todos los vuelos son cancelados. Pero eso no será impedimento para que Providence cumpla la promesa que le hizo a Zahera, aunque eso suponga tener que aprender a volar y superar un montón de contratiempos.

Estamos, pues, ante un cuento para todos los públicos, en el que se hace especial hincapié al amor maternal, el amor de una madre por su hija, fuerte e incondicional.

Durante la aventura de Providence de llegar a Marrakech desde París contará con la ayuda de un grupo muy variopinto de personajes secundarios que serán piezas claves para que consiga su propósito. Desde un chino disfrazado de pirata y unos monjes budistas, hasta un controlador aéreo que quedará prendado por la firmeza de Providence.

El autor también contó que quiere que sus libros sean cercanos y accesibles y para ello utiliza muchas referencias de actualidad. Podemos leer alusiones a programas de TV como Masterchef, autores como George Orwell o libros como El Principito o Tintín. Todo esto hace que sea más sencillo conectar y llegar a todo el mundo.

Sobre todo hay que destacar la ironía y el sentido del humor que hay entre sus páginas, sobre todo cuando se trata de hablar de los más importantes mandatarios del mundo. Porque sí, también tendrán un papel importante Merkel, Obama o Rajoy y la crítica sutil que hay detrás de ellos es muy acertada y real.

Tengo que reconocer que, a pesar de que lo iba leyendo muy rápido, tiene un ritmo muy, muy ágil y capítulos muy cortos y directos, pensaba que era un libro divertido, entretenido, lleno de fantasía, pero quizá como otros tantos.

Pero es en las últimas 20-30 páginas cuando todo cambia y el autor le da un giro que no esperas para nada. Es cuando todo lo que se ha leído antes cobra sentido, todo tiene su razón y comprendes el por qué de todo. Y le da un final muy tierno, un poco agridulce, pero sin perder ese positivismo que había estado utilizando hasta entonces.

La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel es una historia muy tierna, muy, muy bonita, llena de magia y fantasía, con un montón de excéntricos personajes, mucho humor y, sobre todo, mucho, mucho amor.